Gracias a Gabriel por desmontar las tesis del artículo envenenado de Enrique Ubieta Gómez. En dicho artículo, el vocero del régimen castrista presenta la historia de nuestra freedom fighter Yoani Sánchez como la de un puro montaje de la CIA y, con esto claro, se da a sí mismo vía libre para ponerla en el disparadero.
Como comentaba yo ayer mismo en otro blog (por cierto, su autor no me ha publicado aun el párrafo que le dejé, no debe haberle gustado mucho), estos elementos represores gravitan en torno a la idea de que un bloguero o bloguera no pueden pensar diferente, porque entonces están siendo ingratos con el "Papá Estado" (terminé preguntándole a este último que si tan bueno es ese papá en Cuba, ¿a qué esperaba él para abandonar el "infierno capitalista" estadounidense en el que vive y bloguea sin censura para abrazar el actual "edén" cubano? Sin respuesta todavía, claro). De ahí que den rienda suelta a la difamación sin presentar pruebas que sustente sus acusaciones. Pero claro, como dice el sabio refrán español, difama que algo queda, una vieja estrategia para desgastar al "enemigo" ideológico. Esto el aparato castrista se lo conoce de memoria, y lo sigue aplicando, ahora también desde los blogs.
Hoy más que nunca, la responsabilidad de los lectores (muchos de ellos también productores de noticias) a la hora de alimentar un criterio independiente es crucial, porque la propaganda, lejos de haber desaparecido, ha sabido propagarse por las cloacas de Internet.
Por mucho que se empeñen en equiparar de algún modo la propaganda de un régimen represor con el libre ejercicio de la escritura, ambas se excluyen por naturaleza. Quien vocifera loas en pro de una dictadura no puede argumentar válidamente que lo que él o ella hacen representa un acto plenamente libre y autónomo. Esto es sencillamente una contradicción. Lo primero que la propaganda represora se asegura es de que los juicios de los ciudadanos se suspendan. Es como un virus informático que se propaga y anula la capacidad de elaboración autónoma.
Podríamos concluir, por tanto, que aquellos que defienden ideológicamente un sistema político que condena las libertades más básicas del ser humano, se auto-excluyen del discurso libre que una sociedad abierta propone. En palabras de mi admirado profesor Karl-Otto Apel, estarían incurriendo en una auto-contradicción performativa, acercándoles así a posiciones cínicas e inmorales.
Aviso para navegantes: Quien quiera bajar a la "arena bloguera" que lo haga despojado de todo elemento propagandístico, y que argumente, que no difame.
1 comentarios:
Hola¡ me ha llegado este link por Twitter¡
Te invito a que leas mi último post.
Trata sobre lo que dices¡
Un saludo¡
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